lunes, 2 de marzo de 2009

o de como odio la ciencia

Las gigantescas decisiones que tocan en momentos poco oportunos se toman a solas. Realmente no depende de nadie más... pero qué capacidad puede tener una sola para tomarlas. Entonces el deseo de la compañía es tan tangible que se siente en la piel... y en las ganas de llorar cada media hora, cuando algo te lo recuerda, cuando es inevitable dejar de pensarlo. Todo es una cuestión de actitud, o por lo menos eso me insisto... pero cómo lograr mantenerte firme si te gritan que no hay nada, PERO NADA QUE HACER... y vuelven las estúpidas ganas de llorar, gritar, quejarse, pero en cambio mantengo la actitud y pienso "todo va a estar bien"... ¿y qué si no? mentira no es nada, pienso. TODO VA A ESTAR BIEN. Lo digo con más convicción y asumo que por eso puede llegar a ser cierto. Malditas decisiones gigantescas que no le deberían de corresponder a una sola.

Maldita sea. Maldita Ciencia.... Maldita. Es matemática. Es aritmética. Es EXACTA. Tan exacta que NO HAY NADA QUE HACER. NADA.