domingo, 8 de junio de 2008

La mujer sapo

Pasé un día por la tienda
y vi el reflejo de una chiquilla
que quería ser una mujer libélula.

Una chiquilla que soñaba con alas
y quería endulzar las mentes en que se posaba.

Me encontré en cambio
con una mujer sapo
que va de salto en salto de lugar en lugar.

Una mujer que no se define,
que saca de lo que le llega el mejor provecho,
pero que no busca o pretende nada.

Una mujer que soñó con ser libélula
pero que por el tiempo se convirtió en sapo.

Moraleja: en la escuela me enseñaron bien,
me dijeron que los sapos se comen a las libélulas.

¿Y ahora qué?

Me quedé sin palabras o me sobraron unas cuantas.
Intervine cuando no debí o tenía que intervenir.
Me colé en problemas que no son míos o talvez sí lo son.
Se quedaron sin qué decir o no tenían más qué decir.
Y ahora qué.
Se van o se quedan.
Se queda todo igual o deciden cambiar.
Se fue todo a la mierda o ya estaba ahí.
Me importa o no me importa.
Es mi culpa o no es mi culpa.
Les importa o no les importa.
Y ahora qué.